Seis claves para ser feliz, según la Universidad de Harvard

Cada vez parece más claro que la nueva fiebre del oro no tiene que ver con hacerse millonario ni con encontrar la fuente de la eterna juventud. El tesoro más codiciado de nuestros tiempos es atesorar felicidad, un concepto abstracto, subjetivo y difícil de definir, pero que está en boca de todos. Incluso es materia de estudio en la prestigiosa Universidad de Harvard.

Durante varios años, algunos de los estudiantes de Psicología de esta universidad americana han sido un poco más felices, no solo por estudiar en una de las mejores facultades del mundo, sino porque, de hecho, han aprendido a través de una asignatura. Su profesor, el doctor israelí Tal Ben-Shahar, es experto en Psicología Positiva, una de las corrientes más extendidas y aceptadas en todo el mundo y que él mismo define como “la ciencia de la felicidad”. De hecho, sostiene que la alegría se puede aprender, del mismo modo que uno se instruye para esquiar o a jugar al golf: con técnica y práctica.

Aceptar la vida tal y como es te liberará del miedo al fracaso y de unas expectativas perfeccionistas

Tal Ben-Shahar, profesor de Harvard

Con su superventas Being Happy y sus clases magistrales, los principios extraídos de los estudios de Tal Ben Shahar han dado la vuelta al mundo bajo el lema de “no tienes que ser perfecto para llevar una vida más rica y más feliz”. El secreto parece estar en aceptar la vida tal y como es, lo cual, según sus palabras, “te liberará del miedo al fracaso y de unas expectativas perfeccionistas”.

Aunque por su clase de Psicología del Liderazgo (Psychology on Leadership) han pasado más de 1.400 alumnos, aún así cabría hacerse la siguiente pregunta: ¿Alguna vez se tiene suficiente felicidad? «Es precisamente la expectativa de ser perfectamente felices lo que nos hace serlo menos”, explica.

Estos son sus seis consejos principales para sentirse afortunado y contento:

1. Perdone sus fracasos. Es más: ¡celébrelos! “Al igual que es inútil quejarse del efecto de la gravedad sobre la Tierra, es imposible tratar de vivir sin emociones negativas, ya que forman parte de la vida, y son tan naturales como la alegría, la felicidad y el bienestar. Aceptando las emociones negativas, conseguiremos abrirnos a disfrutar de la positividad y la alegría”, añade el experto. Se trata de darnos el derecho a ser humanos y de perdonarnos la debilidad. Ya en el año 1992, Mauger y sus colaboradores estudiaron los efectos del perdón, encontrando que los bajos niveles de este hacia uno mismo se relacionaban con la presencia de trastornos como la depresión, la ansiedad y la baja autoestima.

2. No dé lo bueno por hecho: agradézcalo. Cosas grandes y pequeñas. «Esa manía que tenemos de pensar que las cosas vienen dadas y siempre estarán ahí tiene poco de realista».

3. Haga deporte. Para que funcione no es necesario machacarse en el gimnasio o correr 10 kilómetros diarios. Basta con practicar un ejercicio suave como caminar a paso rápido durante 30 minutos al día para que el cerebro secrete endorfinas, esas sustancias que nos hacen sentir drogados de felicidad, porque en realidad son unos opiáceos naturales que produce nuestro propio cerebro, que mitigan el dolor y causan placer, según detalla el entrenador de easyrunning y experto corredor Luis Javier González.

4. Simplifique, en el ocio y el trabajo. “Identifiquemos qué es lo verdaderamente importante, y concentrémonos en ello”, propone Tal Ben-Shahar. Ya se sabe que “quien mucho abarca, poco aprieta”, y por ello lo mejor es centrarse en algo y no intentarlo todo a la vez. Y no se refiere solo al trabajo, sino también al área personal y al tiempo de ocio: “Mejor apagar el teléfono y desconectar del trabajo esas dos o tres horas que se pasa con la familia”.

5. Aprenda a meditar. Este sencillo hábito combate el estrés. Miriam Subirana, doctora por la Universidad de Barcelona, escritora y profesora de meditación y mindfulness, asegura que “a largo plazo, la práctica continuada de ejercicios de meditación contribuye a afrontar mejor los baches de la vida, superar las crisis con mayor fortaleza interior y ser más nosotros mismos bajo cualquier circunstancia”. El profesor de Harvard añade que es también un momento idóneo para manejar nuestros pensamientos hacia el lado positivo, aunque no hay consenso en que el optimismo llegue a garantizar el éxito, sí le aportará un grato momento de paz.

6. Practique una nueva habilidad: la resiliencia. La felicidad depende de nuestro estado mental, no de la cuenta corriente. Concretamente, “nuestro nivel de dicha lo determinará aquello en lo que nos fijemos y en las atribuciones del éxito o el fracaso”. Esto se conoce como locus de control o ‘lugar en el que situamos la responsabilidad de los hechos’, un término descubierto y definido por el psicólogo Julian Rotter a mediados del siglo XX y muy investigado en torno al carácter de las personas: los pacientes depresivos atribuyen los fracasos a sí mismos, y el éxito, a situaciones externas a su persona; mientras que la gente positiva tiende a colgarse las medallas, y los problemas, “casi mejor que se los quede otro”. Sin embargo, así perdemos la percepción del fracaso como ‘oportunidad’, que tiene mucho que ver con la resiliencia, un concepto que se ha hecho muy popular con la crisis, y que viene prestado originariamente de la Física y de la Ingeniería, con el que se describe la capacidad de un material para recobrar su forma original después de someterse a una presión deformadora. «En las personas, la resiliencia trata de expresar la capacidad de un individuo para enfrentarse a circunstancias adversas, condiciones de vida difíciles, o situaciones potencialmente traumáticas, y recuperarse saliendo fortalecido y con más recursos”, afirma el médico psiquiatra Roberto Pereira, director de la Escuela Vasco-Navarra de Terapia Familiar.

Tomado de:http://elpais.com/elpais/2015/06/16/buenavida/1434480172_001091.html

La era de los ‘selfies’

Su elección como la “palabra del año” 2013 por el paradigmático diccionario Oxford demostró que selfie iba camino de convertirse en término indispensable para la lingua franca de la tecnología. Hace poco volvió a ser noticia, cuando la foto tomada en la ceremonia de los Oscar por la presentadora Ellen DeGeneres se convirtió en la más compartida en la historia de twitter. Esos autorretratos instantáneos, a un brazo de distancia, que tomamos con los teléfonos inteligentes y compartimos en las redes sociales han rebasado el estatus de moda pasajera para convertirse en síntomas estables: las más recientes pruebas de una intimidad que ya no se concibe como variante del recogimiento sino como una forma de exhibición.

En el debate sobre su influjo creciente en la cultura visual de nuestro tiempo hay un amplio espectro de opiniones, con extremos apocalípticos e integrados. Estos “filósofos del selfie” han descrito varios de sus rasgos más sobresalientes: la inmediatez del “ahora-somos-esto-y-lucimos-así”, que abarca desde el “¡miren donde estoy!” al “¡miren cómo me veo ahora!”, o su radical intencionalidad; según Jerry Saltz, el selfie, si bien está rodeado de signos informales, nunca es accidental: implica un proceso de aprobación y juicio previo por parte de quien lo pone a circular. A pesar de las apariencias, estas fotos tienen poco que ver con la espontaneidad. Muestran ansia de control, tanto por parte de las celebridades que buscan regalar su propia versión “democrática” de las relaciones públicas, como por parte del individuo común, que da la versión “aprobada” de su propio avatar digital, aun como regalo para una multitud de desconocidos. En sus múltiples variantes (ángulo alto, de grupo, con pose estereotipada…) el selfie es menos un testimonio de la vida moderna que un espejo controlado del yo donde la ironía queda arrinconada a la condición de “efecto” prescindible.

Algunos de estos analistas aseguran que estamos ante un género visual amateur, cuya avasallante popularidad ha cambiado aspectos de la interacción social. Para otros, como Tara Burton, se trata de la variante democrática del dandismo decimonónico, un “dandismo igualitario” en el que la tecnología consagra la posibilidad del artificio puro. Hemos pasado del dandy impasible, que trataba de crear la sorpresa permanente para distanciarse de la multitud, al triunfo del encuadre, no sólo sobre la realidad, sino sobre la identidad.

En la feria digital de las vanidades, hay que decir, y decir ahora; hay que mostrar, y de inmediato

El selfie consagra la libertad de producir el efecto que uno escoja para proclamar “éste soy yo ahora”. Es menos una cuestión de narcisismo que de voluntad de dominio: revela la necesidad de autoproponerse a través del control de la propia imagen. Esta suerte de segundo grado del narcisismo, no está, sin embargo, despojada de extrañeza: representa un intento de rescate del aura, cuya pérdida denunciaba Benjamin en su célebre ensayo sobre la fotografía en la época de la reproductibilidad. Pero es un aura desconectada de cualquier tradición o valor, puramente hedonista. Y aunque sus más fervientes apóstoles intentan rastrear sus orígenes en la cultura del autorretrato pictórico (la foto de Obama, Cameron y la primera ministra danesa se ha comparado con Las Meninas: nunca vimos ese selfie, sino la imagen que mostró cómo se tomaba), lo cierto es que, más allá de parecidos formales, su radical inmediatez excluye la condición del arte. En los selfies, como en la pintura o cualquier otra forma artística, hay esbozos de pasiones humanas —pedazos de ficción, paranoia, voyeurismo… —, pero en un autorretrato pictórico el artista quiere menos ofrecer su imagen que su arte; lo que propone es justo aquello que la autofoto instantánea reduce al mínimo: ese tiempo del yo reelaborado.

Lo que se pierde con el gregarismo de la cultura digital no es sólo la forma tradicional de la intimidad como aislamiento ante el mundo sino el espacio en blanco, la temporalidad reparadora que exige cualquier sintaxis artística. Detrás de ella hay también una sedimentada cultura de la percepción, que nos ha hecho producir, consumir y apreciar el arte.

En esa feria digital de las vanidades, hay que decir, y decir ahora; hay que mostrar, y de inmediato; hay que hacerse famoso, y mejor ahora: hay que ser —y ser para los otros— en el ahora radical de una identidad instantánea que pugna por competir con la avalancha de lo intrascendente usando sus mismas estrategias.

De creer en los resultados de recientes experimentos neurológicos, necesitamos que nuestra vida transcurra más allá de esa exigencia de inmediatez. Así como para seguir viviendo hay que beber cada noche esas pequeñas dosis de muerte que llamamos sueño, y dejar la puerta abierta a poderes de purificación y redistribución, a nuevas sintaxis entre lo cotidiano y lo imaginario, también todo el arte y la cultura moderna de Occidente llevan consigo la propuesta de un lapso, un tiempo o un espacio en blanco para la producción del significado trascendente.

Es eso lo que está en juego y lo que ha empezado a cambiar en esta nueva era digital, donde se masifica y se consagra el déficit de atención: la estructura perceptiva que ha funcionado durante siglos como andamio sentimental y cultural.

El selfie es menos un testimonio de la vida moderna que un espejo controlado del yo

Una reciente película de Spike Jonze traslada estos cambios a la pregunta por el amor, ese epítome de nuestra identidad emocional. El protagonista, un hipster elevado a la condición de hombre sin atributos de un mundo hiperdigitalizado, ha roto con su novia y busca un consuelo para su soledad en la conversación con un sistema operativo hiperinteligente. De quien, casi enseguida, acaba enamorándose. Esa voz sin cuerpo, cuya capacidad de aprendizaje instantáneo la lleva a proyectar —de manera convincente, virtud de un guión cuidado— el espectro de habilidades, dudas y afectos de un ser humano, es en realidad la realización instantánea del profundo deseo de ser amado. Basta reparar en esos momentos en que el protagonista se filma y fotografía para que su “novia” se haga una imagen de él, para que lo “mire”. Ahí la interfase se revela claramente como lo que es: un simple (y a la vez complejísimo) espejo. La armonía de la relación estriba en su exclusión del Otro: lo modela como una horma a partir del propio yo. De la misma manera que el primer consumidor de un selfie es quien lo toma, esta película se llama Her, y no She: Ella (la Voz de la Amada, una Amada hecha Voz, que me recordó aquel apunte de Adorno en Minima Moralia sobre la voz de una mujer al teléfono, la gratia y la «certeza íntima de lo nunca visto») existe en tanto es vista, o mejor dicho, sentida por el protagonista desde el posesivo —no sólo como variante gramatical.

El amor devenido escenario para una dramaturgia de posesión digital, amour fou de la nueva era, pero también exhibición de nuestra dependencia de lo inmediato. Una vida “normal” en el mundo de Her requiere ese amor perfecto que ha de conducir directamente a la felicidad, como una de esas soleadas y perfectas carreteras californianas. Y tal posesión bien merece algunos sacrificios, incluida la corporalidad.

En plena ordalía de una cultura hipervisual, Jonze juega a proponernos una imagen ausente, una voz que recorre nuestro espectro afectivo y entrega una mínima porción de lo sublime. Pero en el fondo lo que no ha cambiado es nuestra necesidad de ver al otro como un objeto a la medida de nuestras necesidades. Her es la historia de amor entre un hombre desesperado y su selfie amoroso. Es cierto que se trata de una selfie sin rostro, cuya voz tiene todos los matices de la profundidad y la belleza, pero al final también resulta ser un objeto: proyección enmarcada del afán de decir ‘aquí estoy’. Esa felicidad lleva en sí el germen de su corrupción: ha sido fabricada a la medida, obviando el azar, el inefable placer del tiempo fugado, la virtud de aquello que escapa a cualquier intento de posesión y realización inmediata.

Ernesto Hernández Busto es ensayista (premio Casa de América 2004). Desde 2006 edita el blog de asuntos cubanos PenultimosDias.com.

Tomado de: http://elpais.com/elpais/2014/03/06/opinion/1394122077_521158.html

Psicología energética: aprende a escuchar tu cuerpo

 

Toma nota de lo que el psicólogo Art Martin nos cuenta sobre la relación entre nuestro cuerpo y mente.

 BY. Dr. Art Martin

Cada vez que las personas sufren de dolor, enfermedad o depresión, visitan al doctor sin darse cuenta que su cuerpo les está hablando. El cuerpo tiene un mensaje que puede ser entendido si podemos escuchar la información presentada por nuestra (computadora) mente. En lugar de eliminar o aliviar los síntomas con fármacos, tenemos que ver ¿qué fue lo que causó el mal funcionamiento en nuestra vida?

La mente como computadora

A través de mi investigación he demostrado que nuestra mente es una de la  computadora más potente que hoy existe. Nuestra bio-computadora es multitarea y puede almacenar más millones de datos que cualquier mega computadora que utilizamos hoy en día.
La gran pregunta es: ¿quién está en control de la computadora? ¿Tú o el piloto automático y la inteligencia artificial?

Cuando se habla de la mente, se piensa en una mente, lo interesante es que son varias mentes y cada una administra archivos y programas. En la orquesta del pensamiento interactúan la mente consciente controladora, mente consciente irracional, mente consciente, mente instintiva, mente subconsciente, ser medio, sub personalidades, personalidades controladoras, crítico interno, autohabladores, ego, seres sombra y niño interior.

Reprogramación Neuro Celular (RNC)

La medicina energética y la psicología energética crean milagros curativos. Pueden curar cualquier condición, son métodos para encontrar la causa y núcleo que creó la condición o malfuncionamiento, al hacerlo se borrará, desaparecerá y no volverá a manifestarse.

Nosotros buscamos la causa de origen, conflicto esencial y el catalizador o activador que creó la programación disfuncional. Nuestra intención es el de borrar, eliminar y despejar la programación o sub-personalidad y re-escribir un programa nuevo efectivo que apoye la sanación y paz, felicidad, harmonía, gozo, abundancia, amor incondicional y aceptación en la vida del individuo.

Cada vez que una reacción emocional es registrada, también es depositada en el cuerpo en puntos específicos dentro de los diferentes grupos musculares por todo el cuerpo. Las experiencias traumáticas tendrán una reacción más grande dentro del cuerpo. Este proceso se en mi libro Your Body Is Talking; Are You Listening? (Tu cuerpo Está Hablando; ¿Lo estás Escuchando?).

La primera fase de la Reprogramación Neuro Celular, es la Neuro Kinesiología (prueba muscular) para localizar los problemas. El cuerpo del paciente va descubriendo sus dolencias más fuertes en áreas del cuerpo. En esta prueba, el cuerpo es considerado como un mapa que develará programas específicos disfuncionales y emocionales. A la Kinesiología del Comportamiento, se suma la Acupuntura Magnética-Psicológica y finalmente la etapa de afirmaciones.

 Foto: Dr. Art Martin
Mapa frontal del cuerpo: la figura muestra que el miedo se aloja en el lado izquierdo del cuerpo. La ira en el derecho, con el rechazo recorriendo la columna.

Foto: Dr. Art Martin

Con el propósito de recuperar el control sobre nuestra mente y reclamar nuestro poder personal para manejar nuestra vida como consideremos oportuno, desarrollamos la reescritura de los programas de pensamiento, esto a través de las afirmaciones, con cada una le decimos a nuestra mente lo que vamos a hacer y lo que esperamos que ella haga por nosotros.

Ejemplos breves de afirmaciones

Es importante comentar que las afirmaciones son más largas y específicas de acuerdo al padecimiento propio de cada paciente.

Afirmación para Eliminar y borrar la Mente Consciente Irracional:

“De acuerdo con la ley universal de libre elección y acción justa, tengo el derecho a tomar el control de mi vida y tomar todas las decisiones y control de las acciones en mi vida. Le pido a mi Mente Consciente y Consciente Interior retomar el control y que trabaje conmigo ahora. Me doy cuenta que permití a la Mente Consciente Irracional que influyera y controlara mis decisiones y comportamiento, sin embargo no fui consciente de lo que sucedía…

Casos de enfermedades:
“Le pido a mi Ser Superior, administrador de Archivos y Programas que hagan un escaneo y búsqueda de archivos… Eliminen, borren y destruyan todos los archivos operativos, instrucciones operativas, sistemas operativos y cualquier archivo de virus recreador, regenerador, reactivador o reinstalador del virus que pudiera recrear…. (Aquí se menciona el tipo de enfermedad como: la Sinusitis, la Diabetes o Fobias etc.)

La psiconeuroinmunología, la medicina energética y la psicología energética fueron reconocidos en la década de los 90 ́s aunque hubo investigadores debatiéndolas en la década de los 70 ́s. En 1974 Robert Ader , un psiquiatra de la Universidad de Rochester afirmó, que está la entidad de la mente y la entidad del cuerpo, tal como Descartes había proclamado en 1654, pero no están separados, operan juntos. Esto fue lo que causó una fractura en las teorías que se convirtieron en medicina y psicología. Su investigación ha demostrado que el cuerpo y la mente interactúan uno con otro. Es un hecho que la mayoría de los conflictos, enfermedades son causados por la mente. La mente controla las funciones corporales y también controla la salud y el bienestar del cuerpo. Esto no va muy bien con la medicina convencional, que establece que su teoría del germen y el virus es la causa de la enfermedad. Así comenzó la batalla para desacreditar a la investigación sobre cómo nuestra mente interactúa con nuestro cuerpo.

La medicina energética y la psicología energética crean milagros curativos. Pueden curar cualquier condición, son métodos para encontrar la causa y núcleo que creó la condición o malfuncionamiento, al hacerlo se borrará, desaparecerá y no volverá a manifestarse.

Los conflictos, virus, limitaciones que nos hacen perder el camino, están en nuestra mente, son programas corruptos que podemos eliminar y reescribir.

He estado en este camino por 30 años. Mi objetivo es equilibrar los cuatro cuadrantes en mi vida, ya que así seré exitoso en cada reto que enfrento. Enfrentaré cualquier situación sabiendo que lo puedo lograr si me lo propongo, descifrando así el camino al éxito. Todos los cuadrantes deben estar equilibrados y con una base sólida para el éxito personal y financiero:

– Salud/Condición física: nutrición – dieta – condición física
– Salud/mental: Psicológica – emocional – relaciones
– Salud financiera: abundancia – prosperidad – éxito en los negocios
– Salud espiritual: iluminación espiritual – transformación – conexión con superior

** Art Martin es Dr. en Psicología por la Universidad Stamford Hill de Londres, tiene más de 30 años de terapeuta, es fundador del Energy Medicine Institute con sede en California, ha atendido a más de 40,000 pacientes, en países como Estados Unidos, Canadá, España, Australia, Nueva Zelanda y Dinamarca. Puedes escribirle a contacto@artmartinlatinoamerica.com y visitar su página: www.artmartinlatinoamerica.com

TOMADO DE: http://vidayestilo.terra.com.ar/salud/como-quitar-el-dolor-con-la-medicina-y-psicologia-energetica,796627495077a37a90c73fc1cd3650319shxRCRD.html

El significado de las pesadillas: mucho más que un mal sueño

BY:

Alguien nos persigue, catana en mano, para acabar con nuestra vida. Nos caemos al vacío desde lo alto de un rascacielos. ¡Maldición… los dientes se desprenden de nuestra boca! Queremos gritar para salvar a una persona pero nos quedamos sin voz. Tranquilo: es solo una pesadilla. Que levante la mano quien no haya tenido un mal sueño alguna vez. Hay quienes las sufren mucho. Según los datos de la American Academy of Sleep Medicine (AASM), el 4% de la población adulta ha experimentado al menos una en los últimos tres meses. Y la incidencia es muchísimo más alta en niños: uno de cada cuatro menores de cinco años (el 25%) ha tenido pesadillas en el último trimestre. Este porcentaje aumenta al 41% en menores de entre seis y 10 años, y al 21% a los 11 años.

“La pesadilla es un ensueño cargado de ansiedad”, apunta Diego García-Borreguero, director del Instituto de Investigaciones del Sueño. “Sueños tenemos todos a diario, pero los adultos ocasionalmente tenemos pesadillas, y a continuación un despertar con el impacto cognitivo de lo soñado, aunque sepa que no es cierto”.

Una buena higiene del sueño es importante. Por eso se aconseja evitar las películas de terror… y no trasnochar

¿Dónde está el origen? Aunque las pesadillas que aparecen esporádicamente pueden ser una respuesta normal al estrés o a la preocupación, el estudio Nighmares, realizado por el médico especialista en Medicina del Sueño James F. Pagel Jr. y publicado en American Family Physician, dejó constancia de que si son recurrentes pueden ser síntoma de problemas psiquiátricos. Una conclusión que confirmó otra investigación publicada en la revista Sleep y realizada en Finlandia por la Universidad de Turku y el Instituto Nacional de Salud: en ella se demostró que padecer depresión e insomnio es causa de aparición de pesadillas mientras dormimos.

“Las pesadillas pueden depender de enfermedades derivadas de dos grandes campos: la psiquiatría y la neurología. En el campo psiquiátrico, prácticamente todas las enfermedades van asociadas a pesadillas, y la depresión es la número uno. Pero hay que destacar también el trastorno de estrés postraumático, el que sobreviene tras un asesinato, un accidente o una violación, en el que estos sueños son un síntoma fundamental. También pueden estar ligados a la esquizofrenia, a trastornos obsesivo-compulsivos y enfermedades neurológicas, bien por la propia enfermedad o por los efectos secundarios de los fármacos”, detalla García-Borreguero. “Sabemos algo sobre las causas, pero no lo suficiente”, admite.

Las pesadillas esporádicas pueden ser una respuesta normal al estrés o a la preocupación

Aunque aún no se comprenda todo del significado de los sueños (“hay mucha literatura, pero sin valor científico”, según García-Borreguero), sí se conoce que las pesadillas recurrentes pueden ser un fenómeno por el que estaríamos adelantando una enfermedad futura, según el estudio publicado en Sleep. Los investigadores trabajaron con 6.800 niños y encontraron que los que se enfrentaban a estos sueños angustiosos de manera frecuente (de dos a tres veces por semana) entre dos y nueve años, tenían tres veces y media más probabilidades de padecer experiencias psicóticas en la adolescencia.

Pero no todos los fundamentos son tan extremos. Otro trabajo publicado este año, también en Sleep, apuntó que la genética, la fatiga y la falta de satisfacción con la vida también influyen. Hay varios autores que han revisado la literatura científica relativa a qué fármacos pueden producir pesadillas bien por su ingesta o por su retirada. La lista es larga y además de incluir los tratamientos para enfermedades psiquiátricas como antidepresivos, aparecen también antihistamínicos, antiepilépticos, potenciadores cognitivos, contra el párkinson y la hipertensión, para dejar el tabaco, algunas estatinas para bajar el colesterol y analgésicos (investigaciones como Drug-induced nightmares los recopilan).

¿Cuándo ocurren? Generalmente durante la fase REM (sueño profundo), en la segunda mitad de la noche, y tienden a ser más frecuentes en las últimas horas del descanso, según la Asociación Española del Sueño. “Durante el periodo REM se está produciendo una reelaboración de los recuerdos adquiridos. Reorganizamos la memoria, y de alguna forma la estamos consolidando para archivarla en información de largo alcance. Es algo parecido a un ordenador con memoria RAM. Las pesadillas se producen cuando esa reorganización va unida a una hiperrespuesta empática en la que se incrementa la actividad cardíaca y respiratoria y todas las respuestas comunes al estrés”, precisa el especialista.

¿Qué hago si tengo pesadillas? El doctor García-Borreguero apuesta por despertar al durmiente para que se tranquilice. Una buena higiene del sueño también es importante. Por eso se recomienda evitar las películas de terror… y acostarse pronto, pues (queridos búhos) las personas que se van a la cama tarde tienen más riesgos de sufrir sueños con ansiedad y terror, según demostró el equipo de Yavuz Selvi de la Universidad Yil, Turquía, en la revista Sleep and Biological Rhythms. En una escala del cero (nunca se tienen pesadillas) al cuatro (todas las noches), los sujetos que trasnochan obtuvieron una puntuación media de 2.10, mientras que los madrugadores se situaron en torno al 1,2.

TOMADO DE: http://elpais.com/elpais/2015/05/28/buenavida/1432823905_305981.html

La reactivación artificial de recuerdos felices puede revertir la depresión

Es factible eliminar los síntomas de la depresión en ratones reactivando artificialmente recuerdos felices que se formaron antes de la aparición de la depresión.

Así lo ha demostrado el equipo de Susumu Tonegawa y Steve Ramirez, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Cambridge, Estados Unidos. En sus experimentos con ratones, los investigadores encontraron que permitirles a los ratones llevar a cabo experiencias agradables después de deprimirse no mejoraba sus síntomas tanto como reactivar en ellos un recuerdo agradable antiguo. Era pues el efecto de rememorar los viejos recuerdos lo que ejercía la influencia beneficiosa, que se tradujo incluso en la formación de nuevas células cerebrales.

Los resultados de esta investigación ofrecen una posible explicación para el éxito de las psicoterapias en las que los pacientes de depresión son animados a recordar experiencias agradables. Lo descubierto en el nuevo estudio sugiere también nuevas formas de tratar la depresión mediante la manipulación de las células cerebrales donde están almacenados los recuerdos. Los investigadores creen que este enfoque selectivo y de precisión sobre puntos muy específicos del cerebro podría tener menos efectos secundarios que la mayoría de fármacos antidepresivos, que bañan a todo el cerebro.

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Esta imagen muestra células recién nacidas en el hipocampo, que fueron el resultado de la reactivación de recuerdos practicada por los investigadores. (Imagen: Steve Ramirez Moreno y Susumu Tonegawa)

Una vez se identifiquen con la debida certeza todos los lugares específicos en el circuito de recuerdos que no están funcionando bien, o cuya potenciación traerá consecuencias beneficiosas, se abrirá para los pacientes la posibilidad de que el desarrollo de nuevas tecnologías médicas permita inducir mejoras en partes muy concretas del circuito cerebral, un planteamiento más prometedor que la estrategia típica seguida hoy en día con el uso de fármacos cerebrales: administrar el producto y dejar que este actúe en todas partes del cerebro.

Tomado de: http://noticiasdelaciencia.com/not/14717/la-reactivacion-artificial-de-recuerdos-felices-puede-revertir-la-depresion/

¿Generoso o dependiente?

Por: BORJA VILLASECA

Hay personas que se pasan la vida pensando más en los demás que en sí mismos. Personas extremadamente empáticas y solidarias, cuya vocación consiste en ayudar a otros. De hecho, muchos profesionalizan esta pulsión innata con la que nacieron, convirtiéndose en médicos, enfermeros, psicólogos, asistentes sociales o voluntarios al servicio de alguna causa humanitaria. En muchos casos, incluso dedican sus vacaciones a enrolarse en alguna ONG, atendiendo a los más pobres y desfavorecidos.

En su ámbito familiar y social, por ejemplo, suelen convertirse en la persona de referencia a la que el resto de amigos acuden cuando padecen algún contratiempo, problema o penuria. Son los primeros en ir al hospital cuando alguien que conocen acaba de ser operado, sufre una enfermedad o ha tenido un accidente. O en echar una mano cuando alguien se cambia de piso y necesita ayuda con la mudanza.

Todos ellos suelen tener como referentes a la madre Teresa de Calcuta o a Vicente Ferrer. Inspirados por su ejemplo, consideran que lo más importante en la vida es ser “buenas personas”. De ahí que por encima de todo se comprometan con la generosidad, el altruismo y el servicio a los demás. Sin embargo, este comportamiento aparentemente impecable puede albergar un lado oscuro. Tarde o temprano llega un punto en que su compulsión por ayudar les termina pasando factura.

No hay amor suficiente para llenar el vacío
de una persona que no se ama a sí misma”

Irene Orce

Cuenta una historia que un joven fue a visitar a su anciano profesor. Y entre lágrimas le confesó: “He venido a verte porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas ni para levantarme por las mañanas. Todo el mundo dice que no sirvo para nada. ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?”. El profesor, sin mirarlo a la cara, le respondió: “Lo siento, chaval, pero ahora no puedo atenderte. Primero debo resolver un problema que llevo días posponiendo. Si tú me ayudas, tal vez luego yo pueda ayudarte a ti”.

El joven, cabizbajo, asintió con la cabeza. “Por supuesto, profesor, dime qué puedo hacer por ti”. El anciano se sacó un anillo que llevaba puesto y se lo entregó al joven. “Estoy en deuda con una persona y no tengo suficiente dinero para pagarle”, le explicó. “Ahora ve al mercado y véndelo. Eso sí, no lo entregues por menos de una moneda de oro”.

Una vez en la plaza mayor, el chaval empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Pero al pedir una moneda de oro por él, algunos se reían y otros se alejaban sin mirarlo. Derrotado, el chaval regresó a casa del anciano. Y nada más verle compartió con él su frustración: “Lo siento, pero es imposible conseguir lo que me has pedido. Como mucho me daban dos monedas de bronce”. El profesor, sonriente, le contestó: “No te preocupes. Me acabas de dar una idea. Antes de ponerle un nuevo precio, primero necesitamos saber el valor real del anillo. Anda, ve al joyero y pregúntale cuánto cuesta. Y no importa cuánto te ofrezca. No lo vendas. Vuelve de nuevo con el anillo”.

Para ser generoso con uno mismo

Anna Parini

Libro
El poder está dentro de ti
Louis L. Hay (Urano)

Un libro escrito especialmente para quienes se han dado cuenta de que antes de ser generoso con los demás, primero uno ha de aprender a ser generoso consigo mismo.

Película
Alice
Woody Allen

Una comedia que narra la historia de una mujer que, al desvivirse por su marido y sus hijos, se ha olvidado de atender y cuidar su mundo interior. Y de cómo a raíz de conocer a un excéntrico médico e hipnotizador descubrirá que el origen de sus problemas es la falta de amor hacia sí misma.

Tras un par de minutos examinando el anillo, el joyero le dijo que era “una pieza única” y que se lo compraba por “50 monedas de oro”. El joven corrió emocionado a casa del anciano y compartió con él lo que el joyero le había dicho. “Estupendo, ahora siéntate un momento y escucha con atención”, le pidió el profesor. Le miró a los ojos y añadió: “Tú eres como este anillo, una joya preciosa que solo puede ser valorada por un especialista. ¿Pensabas que cualquiera podía descubrir su verdadero valor?”. Y mientras el anciano volvía a colocarse el anillo, concluyó: “Todos somos como esta joya: valiosos y únicos. Y andamos por los mercados de la vida pretendiendo que personas inexpertas nos digan cuál es nuestro auténtico valor”.

Dentro de este “club de buenas personas” hay quienes dan desde la abundancia y quienes, por el contrario, lo hacen desde la escasez. Es decir, quienes dan por el placer de dar y quienes, por el contrario, lo hacen con la esperanza de recibir. Centrémonos en estos últimos, indagando acerca de lo que mueve realmente sus acciones.

Muchos de estos ayudadores se fuerzan a hacer el bien, siguiendo los dictados de una vocecilla que les recuerda que ocuparse de sí mismos, de sus propias necesidades, es “un acto egoísta”. No en vano están convencidos de que, para ser felices, la gente les ha de querer. Y de que, para que la gente les quiera y piense bien de ellos, han de ser buenas personas. Movidos por este tipo de creencias, suelen ofrecer compulsivamente su ayuda, atrayendo a su vida a personas necesitadas e incapaces de valerse por sí mismas.

Al posicionarse como salvadores, consideran que los demás no podrían sobrevivir ni prosperar sin su ayuda. De ahí que tiendan a interferir en los asuntos de sus conocidos, ofreciéndoles consejos aun cuando nadie les haya preguntado. Sin ser conscientes de ello, pecan de soberbia, posicionándose por encima de quienes ayudan, creyendo que saben mejor que ellos lo que necesitan. Paradójicamente, su orgullo les impide reconocer sus propias necesidades y pedir auxilio cuando lo requieren.

Detrás de su personalidad inclinada a agradar siempre, bondadosa y servicial se esconde una dolorosa herida: la falta de amor hacia sí mismos. Un sentimiento que buscan desesperadamente entre quienes ayudan, volviéndose individuos muy dependientes emocionalmente. Esta es la razón por la que con el tiempo aflora su oscuridad en forma de reproches, sintiéndose dolidos y tristes por no recibir afecto y agradecimiento a cambio de los servicios prestados. En algunos casos extremos terminan estallando agresivamente, echando en cara todo lo que han hecho por los demás. También utilizan el chantaje emocional, el victimismo o la manipulación para hacer sentir culpables a quienes han ayudado, esperando así obtener el amor que creen que merecen y necesitan para sentirse bien consigo mismos.

Si das para recibir, es cuestión de tiempo que acabes echando en cara lo que has dado por no recibir lo que esperabas”

Erich Fromm

El punto de inflexión de estos ayudadores compulsivos comienza el día que deciden adentrarse en un terreno tan desconocido como aterrador: la soledad y la introspección, poniendo su empatía al servicio de sus propias necesidades. Solo así superan su adicción y dependencia por el amor del prójimo, volviéndose mucho más autosuficientes emocionalmente. Solo así logran poner límites a su ayuda –sabiendo decir “no”–, sin sentirse culpables o egoístas por priorizarse a sí mismos cuando más lo necesiten.

Antes de volver a ayudar a alguien, puede ser interesante que se pregunten lo que les mueve a hacerlo, comprendiendo el patrón inconsciente que se oculta detrás de sus buenas intenciones. De este modo, dejarán de acumular sentimientos negativos hacia aquellos que no les devuelven los favores prestados. A su vez, también pueden recordarse que cada persona es capaz de asumir su propio destino, aprendiendo a resolver sus problemas por sí misma.

En este sentido, es fundamental que comprendan que nadie hace feliz a nadie, puesto que la felicidad se encuentra en el interior de cada ser humano. Lo cierto es que este bienestar interno es el motor del verdadero amor, desde el que las personas dan lo mejor de sí mismas sin esperar nada a cambio. En vez de comportarse como buenos samaritanos, su gran aprendizaje consiste en ser personas felices. Es entonces cuando comprenden que dar puede resultar la verdadera recompensa.

TOMADO DE: http://elpais.com/elpais/2015/06/05/eps/1433516639_018300.html